lunes, 29 de febrero de 2016

Libia: libertad y democracia


A casi cinco años de la restauración de la libertad y democracia en Libia, tenemos un país destruido hasta los cimientos; eso sí, parece que también monárquico. El chabón de la foto suena para comandar la rapiña de lo que alguna vez fue el país con mayor nivel de vida del continente africano. Reproducimos dos notas de Red Voltaire. La primera no lleva firma; la segunda es de Manlio Dinucci. Una vez más, gracias, Hillary; gracias, NATO.


Título: Washington se plantea restaurar la monarquía en Libia

Texto: El New York Times menciona la posibilidad de restaurar la monarquía para sacar a Libia del caos actual.

En 2011, el plan inicial de la OTAN para Libia incluía poner en el poder al rey Mohammed el-Senussi (en la foto). Washington incluso escogió como estandarte de la «revolución»... la bandera del ex rey Idris [2], colaborador histórico de los anglosajones contra los movimientos nacionalistas árabes. Este proyecto contó con el respaldo de la región de Cirenaica, pero fue duramente rechazado por las regiones de Tripolitania y Fezzan.

El rey Idris, impuesto en 1951 por el ejército británico, era el emir de la Orden Senussi, una hermandad sufista nacida en Arabia Saudita y muy cercana al wahabismo.


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Título: Libia, el plan de conquista

Epígrafe: Los dirigentes occidentales nos habían asegurado que la operación militar que emprendían contra la Yamahiria Árabe Libia no apuntaba a apoderarse de las reservas de petróleo del país ni a dividirlo en tres partes sino que se trataba de proteger a la población civil de la amenaza del dictador. Después de una guerra que provocó en Libia más de 120 000 muertes, ahora están iniciando la segunda fase de aquella operación. Y esta vez nos dirán que hay que proteger a la población civil contra el Emirato Islámico, cuando en realidad se trata de tomar posesión de los yacimientos de petróleo.

Texto: Después del linchamiento de Muammar el-Kadhafi, la entonces secretaria de Estado estadounidense Hillary Clinton declara entre carcajadas: «¡Fui, vi y él murió!».

«El año 2016 se anuncia como muy complicado en el plano internacional, con tensiones difusas, incluso en nuestro país. Italia está allí y cumplirá con su parte, con el profesionalismo de sus mujeres y de sus hombres y con el compromiso de los aliados». Así anunciaba Matteo Renzi a los militantes del Partido Democrático la guerra en la que Italia participará próximamente, otra guerra contra Libia, 5 años después de la primera.

El plan está en marcha. Las fuerzas especiales británicas SAS, según reporta el Daily Mirror [1]– ya se encuentran en Libia para preparar la llegada de 1 000 soldados británicos. La operación, «acordada entre Estados Unidos, el Reino Unido, Francia e Italia», implicará la participación de 6 000 soldados estadounidenses y europeos para «bloquear a unos 5 000 extremistas islamistas que se han apoderado de una docena de los mayores campos petrolíferos y que, desde la guarida del Emirato Islámico en Sirte, se preparan para avanzar hacia la refinería de Marsa el-Brega, la más grande del norte de África». La acción en el campo de batalla, donde los SAS están instruyendo a «comandantes militares», cuya identidad se desconoce, prevé el uso de «tropas, tanques, aviones y navíos de guerra». Para bombardear nuevamente Libia, el Reino Unido está enviando aviones adicionales a Chipre, donde ya están basados 10 Tornado y 6 Typhoon para las incursiones en Siria e Irak, mientras que un navío de guerra se dirige hacia Libia. La publicación electrónica italiana Difesa Online confirma que varios equipos de Navy Seal estadounidenses ya se encuentran en Libia.

El conjunto de la operación estará formalmente «bajo dirección italiana». Pero lo que eso quiere decir es que Italia cargará con la parte más pesada y costosa, poniendo tanto sus bases como sus fuerzas militares a la disposición de la nueva guerra en Libia, sin tener por ello el mando verdadero de la operación, que en realidad seguirá estando únicamente en manos de Estados Unidos.

Y, por supuesto, un papel clave será el del U.S. Africa Command (AfriCom), el Mando de las fuerzas militares estadounidenses en África, que acaba de anunciar, el 8 de enero de 2016, el «plan quinquenal» de una campaña militar para «enfrentar las crecientes amenazas provenientes del continente africano». Entre sus principales objetivos anuncia el AfriCom el de «concentrar los esfuerzos en el Estado fallido de Libia, conteniendo la inestabilidad en el país». En 2011, fue el AfriCom quien dirigió la primera fase de la guerra contra Libia, antes de ser rápidamente relevado por la OTAN –también bajo las órdenes de Estados Unidos–, que mediante el uso de fuerzas infiltradas y 10 000 ataques aéreos destruyó Libia transformándola en un «Estado fallido».

Ahora el AfriCom está listo a intervenir nuevamente para «contener la inestabilidad en el país». Y también lo está la OTAN, cuyo secretario general Jens Stoltenberg la ha declarado «lista para intervenir en Libia».

Y nuevamente será Italia la principal base que servirá de trampolín a la operación. En suelo italiano hay dos mandos subordinados al AfriCom : en Vicenza está el del U.S. Army Africa (el ejercito terrestre de Estados Unidos en África) y en Nápoles el de las U.S. Naval Forces Africa (las fuerzas navales de Estados Unidos en África). Este último mando está a las órdenes de un almirante estadounidense, que también está al mando de las fuerzas navales estadounidenses en Europa, del JFC Naples (Mando Conjunto de las fuerzas de la OTAN) y, cada 2 años, también tiene bajo su mando la Fuerza de Respuesta de la OTAN.

Ese almirante estadounidense se subordina directamente al Comandante Supremo de las fuerzas aliadas en Europa (SACEUR), un general estadounidense nombrado directamente por el presidente de Estados Unidos. Este último general también está al mando del EuCom, o sea el Mando estadounidense para Europa.

Ese será el marco de la «dirección italiana» de la nueva guerra en Libia, guerra cuyo verdadero objetivo es la ocupación de las zonas costeras económica y estratégicamente más importantes. Y, como en 2011, la nueva guerra será presentada como una «operación de preservación de la paz y de carácter humanitario».

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