sábado, 1 de agosto de 2015

Cuando todos eran Nisman

Ciudadana argentina protestando en favor de la República, por la vida, la convivencia y la verdad


El mes pasado se firmó un acuerdo marco entre Irán y un grupo de potencias, notoriamente los Estados Unidos. Según este acuerdo, Irán se compromete a no desarrollar armas nucleares a cambio del levantamiento de las fuertes sanciones económicas que la “comunidad internacional” (o sea, el Imperio y sus vasallos) venían imponiendo a ese país desde hace más de una década. Pero por debajo, era otra cosa lo que se jugaba: Irán, heredero del Imperio Persa y una potencia regional de Asia por peso propio, exige ser respetado como tal y no ser un mero peón del Gran Juego geoestratégico que se viene librando en Asia central desde hace por lo menos dos siglos. Para ello se bancó no sólo diez años de sanciones económicas asfixiantes sino una guerra con Irak a lo largo de la segunda mitad de la década de 1980. Irán se la bancó y, hasta cierto punto, ganó.

Este acuerdo es un "game changer" en Medio Oriente. Hay tres grandes perdedores con el mismo: (1) en los EEUU, la derecha rabiosa, los neocons, esos cuya doctrina post- era soviética es: al que levanta la cabeza se la bajamos a palazos; (2) las monarquías del Golfo, esos enclaves semifeudales en donde, por ejemplo, las mujeres van presas si se animan a manejar un auto. Las monarquías se ven afectadas no sólo porque Irán es un competidor directo (como gran productor y exportador de petróleo y, sobre todo, de gas). Las monarquías mantienen con Irán rivalidades de siglos, de carácter religioso, étnico y cultural. (3) Finalmente, el gran perdedor regional es Israel, quien hizo todo lo posible para que el acuerdo entre el grupo “5 + 1” e Irán no se llevara a cabo. Israel hubiera preferido una linda guerrita con Irán, al estilo de la que está destrozando a Siria en estos últimos tres años, para que Irán no levante cabeza por los próximos, digamos, 50 años. En fin, no todo se puede en esta vida, chicos.

En este marco estratégico es que hay que entender a una figura como Alberto Nisman, fiscal argentino a cargo de la “causa AMIA”; esto es, la investigación judicial sobre el atentado terrorista a la mutual judía en Buenos Aires el 18 de Julio de 1994. Entre los argumentos utilizados por Israel y los neocones estadounidenses para culpar a Irán por cualquier cosa, está el “hecho” de que Irán sería un estado terrorista, o al menos que apoya el terrorismo islámico. Una de las “pruebas” de esto sería la  presunta participación del gobierno iraní en el atentado a la AMIA. La mayor parte de los que han estudiado la causa AMIA (incluyendo a la entonces senadora y actual presidenta de la Argentina, Cristina Fernández) saben que esto es básicamente un cuento chino. La decisión de este gobierno, como así también la del gobierno anterior, fue dejar que la verdad se supiera en los juzgados nacionales donde se tramita la causa. De ahí que firmara con Irán un memorándum de entendimiento para que los entonces funcionarios iraníes (de 1994, año del atentado) pudieran declarar ante la justicia argentina.

Esto no era lo que querían los sectores más energúmenos del Imperio y los aliados regionales (i.e., Israel). Obama quería cerrar el acuerdo con Irán y ellos no. Había que actuar: embarrar la cancha, provocar a Irán, inventar excusas, en fin, cualquier cosa. Bastaba verle la cara al presidente de Israel, el ultraderechista Benjamin Netanyahu, vociferando pavadas en las Naciones Unidas, por ejemplo, para comprender que el tiempo se les estaba acabando. En ese marco es que se produce la Operación Nisman, Opereta Nisman, o como quieran llamarla. De paso, ya que estamos, le armamos un golpe blando a la Kretina, pensaron los armadores locales de la jugarreta. Contaban con Nisman, parte de la prensa argentina, unos cuantos agentes (assets) locales y extranjeros, además de unos doscientos mil pelotudos con domicilio en Palermo y Belgrano.

No vamos a repetir la opereta de Enero de 2015 en Buenos Aires. Digamos que salió mal y Nisman terminó pegandose un tiro. Lo interesante del caso es que, con el correr de las semanas, comenzaron a conocerse detalles del armado local de la jugada. Fue así que conocimos a joyitas como Jaime Stiuso, service local todoterreno, o ese prócer del periodismo,  Damián Pachter (que destruyó en 24 horas alrededor de 30 años de prestigio del Buenos Aires Herald), o a la mamá de Nisman (la señora que en medio de tanto dolor tuvo tiempo para hacerse una corridita y vaciar ciertas cajas de seguridad), o a esa maravilla informática, Dieguito Lagomarsino, que compartía el salario con Nisman para ayudarlo a llegar dignamente a fin de mes, o a la ex esposa de Nisman, la heroína judicial Sandrita Arroyo Salgado. O, finalmente, al prócer mayor, el propio fiscal Alberto Nisman, tan sonriente en esas formidables fotos bajo el sol de Cancún con una putita uruguaya cuyo nombre, por suerte, ya olvidamos.

La ruta del dinero N está comenzando a conocerse con cierta claridad y detalle. Lo que sigue es una nota de Raúl Kollmann publicada ayer en Página/12. En realidad son tres notas, una principal y dos secundarias, las que permiten completar un cuadro de situación: quién fue, en realidad, Alberto Nisman, y cuál fue su papel en todo esto. No te las pierdas:

Eso decimos todos. Basta, Cristina, de andar matando fiscales por ahí

Título: Nisman y sus insólitas relaciones financieras

Epígrafe: La fotocopia de un cheque de 200.000 dólares, que exhibe aquí Página/12, revela sus vínculos con un empresario acusado de estar relacionado con la CIA. Un depósito de 150.000 dólares realizado por Stefanini, el empresario desaparecido en 2014. Los 600.000 dólares de saldo.


Texto: Las investigaciones relacionadas con la muerte del fiscal Alberto Nisman siguen produciendo enormes sorpresas: en la caja de seguridad del departamento del edificio Le Park apareció una fotocopia de un cheque de 200.000 dólares, librados desde una cuenta en el Bank of America de Miami y que se habrían depositado en la cuenta secreta de Nisman en el banco Merrill Lynch de Nueva York. La existencia de la fotocopia trascendió en los días posteriores a la muerte del fiscal, pero Página/12 exhibe hoy la copia en forma plena. El dueño de la cuenta desde la cual se emitió el cheque es Claudio Alejandro Picón, también titular de la lujosa camioneta Audi que manejaba el fiscal y que quedó en el estacionamiento de Le Parc desde la noche en que Nisman fue encontrado en el baño. Picón aparece vinculado con empresas norteamericanas que, en el mundo de la seguridad, son consideradas contratistas de los servicios de Inteligencia de Estados Unidos. Sin embargo, las sorpresas no se detienen allí. Fuentes del entorno del fiscal aseguran que en el tercer trimestre de 2013 aparecería en la cuenta de Nisman un depósito de 150.000 dólares realizado por Damián Carlos Stefanini, el misterioso empresario que desapareció –y no volvió a aparecer– el 17 de octubre de 2014. Stefanini fue a supervisar la construcción de tres yates en San Fernando y hasta hoy no se sabe qué ocurrió con él (ver aparte). Nadie conoce cuál es el vínculo entre Stefanini y Nisman: si se trató de una mesa de dinero, una cueva para sacar dólares del país o un negocio oculto. Lo cierto es que los 150.000 dólares plantean una relación inexplicada entre el fiscal muerto y el empresario desaparecido. Por último, en Tribunales ya habría un dato sobre el saldo de la cuenta de Nisman en el Merryll Lynch: algo más de 600.000 dólares, otra cifra descomunal que, en principio, no tiene explicación si se relaciona semejante cantidad de dinero con los ingresos del sueldo del fiscal, los únicos declarados por él en su declaración jurada. Se espera el informe oficial del banco sobre ese saldo y los movimientos de fondos del fiscal. Desde el punto de vista del caso del atentado contra la AMIA, la investigación de estos dineros es de interés no sólo económico, sino que podría tener que ver con los vínculos del fiscal y su alineamiento con sectores de la derecha republicana.


Cheque y cuenta

La fotocopia del cheque de 200.000 dólares fue encontrada junto a cuatro pasaportes en la caja de seguridad del departamento de Le Parc en la misma noche en que apareció el cuerpo del fiscal. Según las primeras investigaciones, el cheque se depositó en la cuenta del Merrill Lynch en 2013, aunque no existen precisiones de la fecha ni tampoco el motivo. Es una suma altísima, sobre la que por ahora no hay ninguna explicación. La cuenta del Merrill Lynch estaba a nombre de la madre de Nisman, Sara Garfunkel, la hermana del fiscal, Sandra Nisman, y el informático Diego Lagomarsino. La clave estaba en que el fiscal era el apoderado, es decir que era quien manejaba todo. Hasta ahora el único que dio alguna explicación de por qué figura en la cuenta es Lagomarsino, pero parece cantada la respuesta que darán tanto Garfunkel como Sandra Nisman (ver aparte).

Como se aprecia en la fotocopia, el cheque fue librado por Claudio Alejandro Picón, que ya declaró ante la fiscal Viviana Fein porque, junto a su hermano Fabián, es el dueño de Palermopack S. A., la empresa propietaria de la lujosa camioneta Audi Q5, dominio MPC 641, que manejaba Nisman. Picón dio una versión poco convincente: dijo que le prestaban el vehículo a Nisman y que solían comprar autos de lujo para prestarles a amigos. Nada explica por qué el fiscal federal andaba, sin papeles, con una camioneta que no estaba a su nombre.

El juez Rodolfo Canicoba Corral y el fiscal Juan Pedro Zoni investigan operaciones de lavado de dinero y, en ese marco, estudian a varias empresas en las que figura la madre de Nisman, Sara Garfunkel. Una de ellas es Monroe Plaza SRL, una constructora, y además hay un emprendimiento en un lujoso edificio en el que Nisman tenía dos departamentos con cochera sobre la avenida Dorrego, en Palermo Hollywood. En este último fideicomiso también aparece Picón.

En el margen superior de la fotocopia del cheque del Bank of America aparece el nombre de quien lo libra: textualmente dice Claudio A Picon. Figura la dirección en Miami en la que está registrado Picón y domiciliada la cuenta: en el 2600 South del Bayshore Drive, en Coconut Grove. No está claro si Picón tiene un departamento allí o es una dirección prestada.

Como es obvio, este movimiento de dinero oculto también está siendo investigado por Canicoba Corral y Zoni. El delito sería el de lavado de dinero y, por supuesto, no está imputado Nisman porque falleció, pero sí los otros titulares de la cuenta en la que se depositaron los 200.000 dólares.



El Norte

El cheque, la camioneta y el fideicomiso son coincidencias que requieren una explicación. Los hermanos Picón aparecen en sociedad con Eugenio Pipo Ecke, que a su vez estuvo –o está– relacionado con Frank Holder. Ambos estuvieron a cargo de la seguridad del grupo empresario Exxel, como describe con puntillosidad el libro sobre la vida de Rodolfo Galimberti que escribieron Roberto Caballero y Marcelo Larraquy. Tanto en aquel trabajo como en otros se los vinculó con los servicios de Inteligencia norteamericanos. Marcelo Sain, ex titular de la Policía de Seguridad Aeroportuaria y hoy a cargo de la Escuela de Inteligencia, dijo hace unos meses: “La conclusión es que Nisman andaba en una camioneta de contratistas de la CIA. Me impresiona, aunque siempre sostuve que Nisman reportaba a la ex SIDE. Y la ex SIDE, bajo el mando de Jaime Stiuso, reportaba a la CIA. Muchas veces se dice que la CIA está alineada con los intereses norteamericanos, pero eso es relativo. La CIA tiene sus propios intereses y más bien está alineada con la derecha republicana”.

La aparición del cheque firmado por Picón y el hecho de que Nisman usara una camioneta también propiedad de Picón, plantea una alternativa inquietante:

- Puede ser que el dinero se haya movido por un vínculo económico originado en negocios no declarados o en operaciones financieras y cambiarias que terminaban con un envío de los fondos a Estados Unidos. A esta altura de la investigación, parece claro que Nisman tenía cuentas en el exterior, propiedades en Punta del Este, fideicomisos en Palermo, aunque nada a su nombre.

- No se puede descartar que el dinero tenga que ver con el alineamiento internacional de Nisman. El ex director ejecutivo de la DAIA, Jorge Elbaum, testimonió que el fiscal ofreció dinero de Paul Singer, cabeza de los fondos buitre a través de NML Capital, para solventar una campaña contra el Memorándum de Entendimiento con Irán. Además, es público y notorio que Nisman aparecía vinculado al think tank republicano Fundación de Defensa de la Democracia.

De manera que Canicoba Corral y Zoni tendrán que bucear en el punto clave: el origen de los fondos.


Más dólares

A la existencia del cheque por 200.000 dólares se suma otro dato que apareció en el entorno de Nisman: un depósito de 150.000 dólares realizado, también en el Merrill Lynch, a nombre de Damián Stefanini, el empresario desaparecido (ver aparte).

Y aquí aparecen una serie de coincidencias sórdidas en este aspecto del caso Nisman:

- Quien denunció la existencia de la cuenta secreta en Nueva York fue la ex esposa del fiscal, la jueza federal Sandra Arroyo Salgado. Fue ella la que contó que los titulares de esa cuenta son Garfunkel, Sandra Nisman y el informático Diego Lagomarsino, con el propio fiscal como apoderado. Arroyo Salgado hasta dijo que ponía en conocimiento de la fiscal Viviana Fein la existencia de esa cuenta porque la muerte del fiscal podría tener que ver con una disputa económica.

- La jueza Sandra Arroyo Salgado es la magistrada a cargo de la causa por la desaparición de Damián Stefanini, el hombre que habría depositado los 150.000 dólares en la cuenta del Merrill Lynch de Nisman. El expediente está en la Justicia federal de San Isidro con la calificación de secuestro extorsivo, dada la existencia de llamadas de falsos secuestradores que quisieron cobrar un rescate aprovechándose de la situación. Esos oportunistas fueron detenidos y hoy en día parece claro que la desaparición de Stefanini no obedece a un secuestro extorsivo. La instrucción de la causa está a cargo del fiscal federal Fernando Domínguez, pero la jueza es Arroyo Salgado.

Con ese cuadro de situación, la realidad es que hoy Arroyo Salgado investiga la desaparición de un hombre que tenía algún vínculo con su ex marido. Esto significa inevitablemente que tendrá bajo estudio entrecruzamientos de llamadas que podrían explicar el supuesto depósito del tercer trimestre de 2013, o sea entrecruzamientos de llamadas donde aparecerá su ex marido en forma directa o indirecta.


Saldo

Para redondear el cuadro de sospechas, hay datos que indican que el saldo de la cuenta que manejaba Nisman en Nueva York era de 600.000 dólares. Todo deberá ser confirmado por el banco ya que Canicoba le pidió información a través de un exhorto y no sólo deberían aportar el dato del saldo sino de los movimientos que se produjeron en la cuenta en los últimos años.

Uno de los grandes problemas en esta causa y en otras es la escasa colaboración de los bancos y la justicia norteamericana con los investigaciones de los magistrados argentinos. Hay expedientes en los que no contestaron nunca y otros en los que tardaron años en responder. La causa Nisman tiene, sin embargo, dos costados más que delicados: se trata del fiscal que investigaba el atentado más importante de la historia argentina y, además, uno de los movimientos involucra a una persona –Stefanini– que está desaparecida de forma más que misteriosa.

La existencia de dinero oculto plantea enormes interrogantes sobre el origen de los fondos, ya sea que provengan de transferencias no oficiales, negocios ocultos, o que provengan de dinero que Nisman recibió para financiar –y perfilar– de forma extraoficial la investigación en el caso AMIA.

***


Título: Dudas por despejar

Texto: Parece cantado que, en algún momento, los titulares de la cuenta del Merrill Lynch en Nueva York van tener que prestar declaración indagatoria por el delito de lavado de dinero. Como se sostuvo en la sorpresiva denuncia de Sandra Arroyo Salgado, los titulares de esa cuenta son la madre del fiscal, Sara Garfunkel, la hermana de Nisman, Sandra, y el informático que trabajaba para el fiscal, Diego Lagomarsino, aunque Nisman retuvo el control de la cuenta porque era el apoderado. La novedad más trascendente es que Garfunkel designó como su abogado a Pablo Lanusse, pero eso será en el expediente de la muerte del fiscal. En la otra causa, la de lavado de dinero, la defensa es ejercida por Paul Warszawski y Javier Litvak.

Está claro que Nisman tenía el manejo de la cuenta del Merrill Lynch: era el apoderado y por lo tanto la persona por la que pasaban los depósitos, cheques y transferencias. Sara Garfunkel, Sandra Nisman y Lagomarsino dirán que no tuvieron ningún dominio ni conocimiento respecto de la cuenta de Nueva York. Es más, Lagomarsino ya declaró y contó que en 2013 Nisman le pidió que firmara unos papeles con los que, de hecho, aceptó estar en la titularidad de la cuenta. Según el informático, Nisman tenía mucha autoridad sobre él y no podía negarse a firmar, pese a que el fiscal le dijo explícitamente que no podía ser titular por ser una persona políticamente expuesta, es decir con responsabilidades políticas. Al mismo tiempo, Lagomarsino afirmó que nunca participó de ninguna operación y que sólo puso su rúbrica en dos transferencias de algo más de dos mil dólares para pagar expensas de unos lotes que Nisman tenía en el complejo Pueblomio de Punta del Este. Los lotes no figuran en ninguna declaración del fiscal y están a nombre de su madre, Sara Garfunkel.

Las explicación de Garfunkel y Sandra Nisman sobre la cuenta de Nueva York es bastante similar. Aducen que tras la muerte del fiscal llamaron, desde un locutorio, a un número que él les dejó y que ellas ni sabían que era un número de un banco. La versión del locutorio parece poco verosímil, pero todavía menos fue lo que dijeron a continuación: que la persona que atendió les dijo que podían recurrir a otro titular, Lagomarsino. Los bancos del mundo y más aún los norteamericanos son renuentes a dar detalles sobre cualquier cuenta y, además, en este caso, tenía fondos no declarados. Respecto de los lotes en Uruguay, Garfunkel reveló que viajó a ese país con su hijo y que no sabe qué papeles firmó. La parte poco creíble fue que dijo no recordar cómo fue a Uruguay, si en avión, barco o en auto.

Toda esta investigación quedó en manos del juez federal Rodolfo Canicoba Corral y el fiscal Juan Pedro Zoni, aunque también colaboraron el titular de la Procuraduría de Delitos Económicos (Procelac), Carlos Gonella, y la Unidad de Información Financiera (UIF), José Sbatella.

Dada la muerte de Nisman, una parte importante de la pesquisa depende de la información del Merrill Lynch, cursada a través de la justicia norteamericana. Los exhortos fueron enviados hace rato y se esperan las respuestas.

Las relaciones entre Arroyo Salgado y Garfunkel parecen atravesar por un mal momento. En la causa por la muerte del fiscal ya están representadas por letrados distintos –Juan Pablo Vigliero, Manuel Romero Victorica y Federico Casal por Arroyo Salgado y Pablo Lanusse por Garfunkel–, cuando antes tenían una querella unificada. La aparición de cuentas y propiedades no declaradas preanuncia un conflicto de intereses que tiene que ver con lo hereditario y los derechos de las dos hijas de Arroyo Salgado y Nisman. En esa cuestión hay un punto pendiente: el contenido de las cuatro cajas de seguridad que Garfunkel vació a escondidas y sin ningún control judicial.

***



Título: El misterio Stefanini

Epígrafe: Hasta ahora no se conocía la existencia de una relación entre Nisman y Stefanini, que desapareció sin dejar rastro el 17 de octubre de 2014. La causa, en manos de Sandra Arroyo Salgado.

Texto: Damián Carlos Stefanini desapareció sin dejar rastro el 17 de octubre de 2014. Ese día fue a un astillero donde construían uno de los tres yates que, aparentemente, eran parte de una inversión. El auto del empresario apareció estacionado en la localidad de Florida, en Vicente López, pero las cámaras de la zona no permitieron establecer si fue el propio Stefanini el que dejó allí el Audi A4 blindado, color negro. Ahora, sobre la sombra del empresario trabajan dos jueces federales. Por un lado, Sandra Arroyo Salgado, jueza federal de San Isidro, aunque la investigación la lleva adelante el fiscal Fernando Domínguez, que trata de esclarecer si Stefanini está o no con vida y, en este último caso, dónde está. Por el otro lado, Rodolfo Canicoba Corral que buscará explicación al hecho de que Stefanini aparece depositando 150.000 dólares en la cuenta del fallecido Alberto Nisman. A estos enormes interrogantes se suma otro más: en el expediente habría llamadas también entre Stefanini y Claudio Alejandro Picón (ver nota central).

Hasta ahora no se conocía la existencia de una relación entre Nisman y Stefanini y, en verdad, la vida de este último es un enorme enigma, incluso para su familia. El empresario, casado con Antonella Ognio, tenía un bebé de unos pocos meses y, según los testimonios, se movía con muchas precauciones, como si estuviera amenazado. En los días posteriores a su desaparición, su suegro, Horacio Ognio –un conocido empresario correntino– insistía en que Stefanini vivía de una fábrica de mesas y sillas de exteriores. Sin embargo, su ritmo de vida y gastos no encajaban con lo que podía producir una empresa chica. Poco a poco fueron creciendo las evidencias de que Stefanini tenía otra vida, más ligada a alguna cueva financiera o a inversiones de dinero en negro. Esto es lo que explicaría su desaparición y así lo entienden ahora su joven esposa y su suegro.

Actualmente no hay un hilo conductor claro que permita establecer por qué en la cuenta de Nisman aparece un depósito de Stefanini. Están las llamadas de Stefanini con Picón y la posibilidad de que éste haya jugado el papel de intermediario. La relación de Picón con Nisman quedó comprobada en al menos tres hechos: el fiscal manejaba una camioneta lujosa propiedad de una empresa de Picón; el cheque de 200.000 dólares de una cuenta de Picón que se encontró en la caja fuerte del departamento de Le Parc, y el fideicomiso del edificio de la avenida Dorrego, en Palermo Hollywood, en el que figura Picón y hay dos departamentos a nombre de Sara Garfunkel, la madre del fiscal. Pero si Picón fue intermediario entre Nisman y Stefanini no queda claro cuál es el motivo de semejante movimiento de dinero.

En el entorno de Stefanini aparecen otras conexiones que llaman la atención, incluso a su familia. Es que los Ognio afirman que Stefanini cambiaba alguno que otro cheque, pero que no hacía operaciones de envergadura. Por lo que va surgiendo en la actualidad, se mencionan movimientos por unos 500.000 dólares al mes.

- Hay llamadas con Guillermo Greppi, titular de la financiera Propyme, un hombre muy conocido en el mundo de las finanzas.

- También hay llamadas con el empresario Hugo Schwartz con quien, aparentemente, estaba asociado en la construcción de alguno de los yates. Schwartz es el impulsor de un monumental proyecto inmobiliario en el Delta, Colony Park, hoy parado por la Justicia por cuestiones ambientales.

- Y hay comunicaciones con Fernando Caparrós Gómez, otro financista, que fue investigado por la financiera Monetización, en la que Sergio Schoklender cambiaba cheques de Sueños Compartidos, la fundación de las Madres de Plaza de Mayo. En la investigación de la desaparición de Stefanini figura también el vínculo de Caparrós Gómez con Jorge Fidalgo, quien cambió cheques a las víctimas del triple crimen de General Rodríguez y la llamada mafia de los medicamentos y la efedrina.

- El entrecruzamiento de llamadas es mantenido en secreto, pero quienes conocen el expediente afirman que hay comunicaciones con lo que fue el Exxel Group y con Eugenio Ecke, el hombre que fue o es socio de Picón.

Todas estas conexiones indicarían que Stefanini estaba en el mundo de las finanzas y las cuevas financieras. La lógica es que allí se encuentren los motivos de su desaparición y todo indica que su ausencia fue forzada, no una fuga por alguna deuda. El suicidio de Mariano Benedit, el financista que apareció muerto en la Costanera Sur a fines de 2014, muestra la vorágine y las presiones del mundo de las cuevas. Y si es cierto que Stefanini estaba en ese mundo, puede ser que eso explique el depósito de 150.000 dólares en la cuenta que manejaba Nisman en Nueva York. O sea que Stefanini habría participado en la transferencia, en negro, de fondos al Merrill Lynch. Habrá que comprobarlo. Y, sobre todo, Canicoba Corral y el fiscal Zoni tendrán que esclarecer el origen del dinero, de dónde salió semejante cantidad de plata.





1 comentario: