jueves, 5 de junio de 2014

Periodismo

 
“Al Sisi arrasa con el 93% de los votos pero no logra movilizar a los egipcios”, es el antológico título con el cual Juan Gómez, periodista de El País de Madrid, ganó un puesto entre los grandes del buen humor hace tan sólo unos poquitos días. Hoy, la magna mirada de Juancito se posa sobre Siria. Para entender la opereta del día, conviene recordar que ayer se celebraron elecciones en ese castigado país. Ganó el actual presidente, Bachar Al Assad, con el 88,7% de los votos. Ochenta y ocho coma siete por ciento. No hubo denuncias de fraude. Ahora sí, pasemos a la nota:

Título: El Asad se apunta otro arrollador triunfo electoral en las elecciones siria


Subtítulos: El actual presidente logra el 88,7% de los votos / Son los primeros comicios en 50 años con más de un candidato / Las elecciones en Siria reabren las heridas de tres años de guerra civil


Texto: La autoridad electoral siria adjudicó al presidente Bachar el Asad una contundente victoria en las elecciones del martes, celebradas en mitad de una guerra civil que está asolando el país. El resultado fue tan espectacular como se esperaba: 88,7% para el presidente, 4,3% para el candidato liberal Hasán al Nuri y 3,2% para el comunista Maher Hayad. Tras conocerse el resultado el miércoles por la noche, cientos de personas salieron a las calles de Damasco para celebrar el resultado con cohetes, banderas y disparos. Es la primera vez que el jefe del Estado se presenta a unos comicios con candidatos alternativos. Preside la república de Siria desde que su padre y predecesor en el cargo, Hafez el Asad, murió en 2000. El Asad pidió a los sirios que se abstuvieran de celebrarlo disparando al aire como es costumbre arraigada en Oriente Próximo. Advirtió el presidente reelecto que “la alegría por la victoria no justifica que se pongan en riesgo la vida de civiles”.


La guerra civil que arrasa siria desde 2011 se ha cobrado ya más de 160.000 vidas, el grueso de ellas civiles. Grandes ciudades históricas como Hos y Alepo, así como considerables porciones de la capital, Damasco, están arrasadas. La contienda ya ha dejado sin casa a casi 10 millones de personas, las cuales tres millones han tenido que abandonar el país. Aunque está lejos de controlar todo el territorio nacional, el régimen ha conquistado enclaves cruciales, como Homs y sus territorios adyacentes. La vieja metrópoli tiene barrios enteros convertidos en escombros. En la capital se escuchan descargas regulares de artillería pesada, que castiga las bolsas rebeldes de los suburbios. Los insurrectos, por su parte, bombardean los vecindarios gubernamentales con un goteo de morteros que matan indiscriminadamente a viandantes, automovilistas soldados o colegiales.


Durante un buen tiempo que siguió a la publicación de la victoria, el centro de Damasco se vio colapsado de coches y manifestaciones de júbilo en las que se prodigaban los disparos al aire de pistolas, fusiles automáticos y, a juzgar por las detonaciones, ráfagas de armas automáticas de mayor calibre. Los tiroteos al aire ocasionaron tres muertos, según informó el director del Observatorio Sirio de Derechos Humanos, Rami Abdel Rahmane. Uno de los fallecidos es un periodista de la televisión por satélite Al Itiyah, informa EFE.El presidente El Asad expresó su desagrado pidiendo a sus acólitos que “expresen sus sentimientos nacionales de formas que reflejen mejor nuestros valores morales y civilizatorios como sirios”. En las elecciones anteriores, a las que solo se presentaba él, obtuvo resultados próximos al 100%.


Las elecciones del martes cosecharon críticas internacionales. El secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, pidió al Gobierno que no celebrara las elecciones y que buscara “una solución política” al grave conflicto. Desde Europa también llegaron opiniones críticas a lo que el Consejo de la Unión Europea calificó de “parodia democrática”.


El Asad, cuya imagen adorna escaparates, farolas y torres de edificios en todo el país, explicó hace pocos meses que sus generales percibieron un “punto de inflexión” en la guerra, que hace dos años se inclinaba a favor de los rebeldes. Divididos y enfrentadas entre sí, las facciones pierden terreno y credibilidad ante unos sirios agotados por dos años de destrucción.


Hasta aquí la nota. A un costado vemos el siguiente título, por si el oligofrénico del lector no se enteró que las elecciones en Siria fueron algo parecido al Apocalipsis:


“Tres personas murieron a consecuencia de los disparos al aire en las celebraciones”


La andanada continúa. Más abajo,


* Las elecciones en Siria reabren las heridas de tres años de guerra civil
* La fiesta electoral en Damasco ensordece el ruido de las bombas
* El Asad escenifica sus avances bélicos en las presidenciales sirias
* La Siria en manos del régimen se prepara para acudir a las urnas


***

Pero Juancito no está solo a la hora de evaluar sesudamente los resultados electorales de Siria. Su compañerito Jesús Núñez Villaverde aporta lo suyo, qué duda cabe. La idea de Jesús (una especie de Jorge Lanata madrileño) es ensuciar los comicios sirios ya desde el vamos. Veamos:


Título: Votos a la basura en Siria


Subtítulo: La ventaja de estas elecciones es que no es preciso esperar a conocer los resultados


Texto: Si durante décadas las elecciones no han tenido mucho predicamento en la práctica totalidad del mundo árabe —por puro convencimiento de la inutilidad práctica del ejercicio de un derecho político manipulado hasta el extremo—, lo ocurrido ahora en Siria deja pequeño hasta el artificioso malabarismo electoral de Al Sisi en Egipto. La única ventaja que ofrece la convocatoria electoral siria para elegir un nuevo presidente es que no es preciso esperar a conocer los resultados, porque a estas alturas de la farsa, ¿a quién puede interesarle saber cuál es el nivel de participación o el número total de votos que logre Bachar el Asad para hacerse con un tercer mandato?


De nada sirve que sea la primera vez que los votantes pueden optar por tres candidatos, cuando ni el comunista Maher Hayar ni el exministro Hasan al Nuri han tenido reparo en reconocer públicamente que Asad es la mejor opción. Tampoco cambia las cosas el hecho de que haya amplias zonas del país en las que no se han podido abrir los colegios electorales, y mucho menos que los alrededor de tres millones de refugiados en los países vecinos y los más de 6,5 millones de desplazados internos no hayan tenido la más mínima oportunidad de expresar sus preferencias.


El Asad cuenta con la sustancial ventaja de que son muchos los que, tanto dentro como fuera de Siria, lo siguen viendo como un mal menor


Lo que sí cuenta, y mucho, es que en el campo militar El Asad está recuperando la iniciativa (sin que eso suponga en absoluto que tiene asegurada la victoria) y que dispone de siete años más para limpiar su imagen de paria internacional. Eliminar a sus enemigos internos y volver a ser aceptado como un interlocutor válido en el escenario internacional no va a ser una tarea fácil. Pero cuenta de partida con la sustancial ventaja de que son muchos los que, tanto dentro como fuera de Siria, lo siguen viendo como un mal menor frente a cualquier posible alternativa política, de las muchas existentes en el campo de los llamados “rebeldes”.


Así cabe entenderlo cuando se analizan decisiones como las adoptadas por algunos de los actores más implicados en el conflicto. Superados ya los tres años de violencia desatada resulta elemental entender que nadie desea armar seriamente a los rebeldes. Y esto es así porque unos (como Estados Unidos y quienes en Europa se alinean tras él) temen que esas posibles armas puedan caer en manos indeseadas y, por tanto, se limitan a suministrarles armamento de escasa eficacia, a asesorarlos desde la distancia (tapándose los ojos en no pocas ocasiones para no tener que ver la inquietante imagen que presentan algunos de ellos), a poner en pie circunstanciales plataformas de combatientes de cualquier pelaje y a instruir fuera del país a algunos de ellos. Otros porque (como Israel) creen equivocadamente que les conviene que Siria se siga desangrando y debilitando aún más, confiados en que como resultado habrá quedado neutralizado quien ha sido visto durante muchos años como “el líder del frente de rechazo a la existencia del enemigo sionista”. Y, quizás peor aún, porque bastantes otros (con EE UU, Arabia Saudí e Irán en cabeza, pero también Rusia) simplemente ven a Siria como una pieza con la que seguir jugando, sea para dirimir allí el liderazgo regional, para contar con bazas de negociación en el progresivo (pero aún incierto) acercamiento que está en marcha entre Washington y Teherán o, por último, para disponer de mecanismos de retorsión con los que hacer frente a la presión occidental sobre una Ucrania que Moscú no está dispuesto a ceder.


En definitiva, por unas razones y por otras los sirios se seguirán matando y el país continuará fracturado mientras El Asad va asomando nuevamente la cabeza. Falta por ver cuál es el primer mandatario que lo felicita por su victoria electoral y quién lo invita como flamante jefe de Estado a salir de su país. A este ritmo, no habrá que esperar demasiado.


Nos vamos por el momento. Pero nunca se sabe. Seguiremos manteniéndote informado!

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