sábado, 15 de junio de 2013

Ambrosio

El Telegraph de Londres (http://www.telegraph.co.uk) es de esos diarios que uno NO lamenta no tener en casa. Reaccionario hasta decir basta, se dice que, así como el Guardian representa la línea izquierda del MI6, el Telegraph expresa con precisión al ala derecha. Si hubiera que imaginar un equivalente vernáculo, imaginen un híbrido entre La Prensa de las buenas épocas y Diario Popular (sin culos en la tapa, claro). Para definirlo en una sola palabra: es de esos diarios que a la sección económica la llaman “Finance”. Bien. 

No se detengan ni un segundo en la portada del diario. El nivel de basura tóxica los puede marear. Vayan a los bifes y entren a “Finance”. Ahí tienen todo un despliegue. Por un lado, una serie de títulos y columnistas cuya única función es hacerle creer al lector británico que su país es algo más que un casino financiero, un curro pavoroso de especuladores en grande. En segundo lugar, encontramos datos precisos sobre las estafas bursátiles en curso. En tercer lugar, la sección “Comments”. Entren a “Comments”: van a leer a una serie de mogólicos cuya única función es reforzar la idea de que en las islas británicas todavía se fabrican tornillos, placares y cosas similares, mientras que refuerzan el meme de que las estafas financieras en curso son parte de la mano invisible del mercado. Pero no se equivoquen: encabezando la lista de comentaristas está Ambrose Evans Pritchard (en adelante, AEP), el comentarista estrella. AEP baja la línea que día a día van a repetir como loritos los tories tanto como los “laboristas” (cualquier asociación con los trabajadores es para estos últimos, de Tony Blair en adelante, pura coincidencia). AEP es la correa de transmisión retórica entre la banda de criminales que manejan la City de Londres y las buenas conciencias “liberales” y “conservadoras” que todavía saben leer y escribir en ese país.

Ambrosio  se ha impuesto tres misiones en la vida: (1) Tirarle mierda a cualquiera que se atreva a cuestionar el orden financiero global; (2) tirarle mierda a la Unión Europea, en particular a los países del euro, y (3) tirarle mierda a China y, por extensión, a los BRICs. Cualquier noción de que la plata se hace trabajando le es ajena; cualquier insinuación de que el capitalismo consistía en fabricar cosas y venderlas le parece una patología incurable; cualquier alegato a favor de cobrarle algún impuesto a los ricos le resulta pecaminoso.

Desde hace varias semanas el bueno de Ambrosio le viene pegando fuerte a Brasil. Parece que Dilma es un poco tonta y no advierte las realidades del mercado. Reproduce sin pudor alguno a los “analistas” cariocas, esos Melconianes brasileños, los que trazan un panorama negro si se sigue insistiendo en ayudar a los pobres. En fin, no vamos a perder el tiempo con la reseña. Lo que nos llama la atención, sin embargo, es el gráfico que reproduce hacia la mitad de la columna. Oia! Miren quién aparece a la derecha, al ladito de Korea del Sur!


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