jueves, 29 de noviembre de 2012

Hartazgo moral

Reproducimos un artículo de Finian Cunningham (“¿Qué es lo que quieren de Siria?”), publicado el día de hoy en es sitio web nsnbc (http://nsnbc.wordpress.com/2012/11/29/what-do-they-want-from-syria/). Nada nuevo, pero permite apreciar el grado de hartazgo moral que comienza a manifestarse en los (todavía pocos) analistas objetivos de la “crisis” siria provocada por la invasión “prodemocrática” de los “rebeldes” del “Ejército Sirio Libre”.

"¿Qué es lo que quieren de Jaramana? La ciudad reúne a personas de todas partes de Siria y les da la bienvenida a todos." Estas eran las angustiadas palabras de de un vecino consternado en la ciudad siria de Jaramana, devastada por múltiples explosiones mortales esta semana. El número de muertos aún no se ha confirmado. Los primeros informes sobre la explosión señalaron 34 muertos. Más tarde, la cifra aumentó a más de 50, con más de 120 heridos, muchos de ellos en estado crítico. Todas las víctimas eran civiles.

En los últimos 20 meses Siria ha sido testigo de decenas de horribles masacres y atentados en su capital, Damasco, así como también en otras ciudades y pueblos de todo el país. Pero la última atrocidad en Jaramana, situada cerca de la capital, se destaca porque muestra con claridad la mentalidad maquiavélica de los autores en su estrategia hacia este país. Tal como lo indican las palabras del consternado residente, el episodio de Jaramana puede ser visto como un ejemplo de la naturaleza pluralista de la sociedad siria, de su "dar la bienvenida a todo el mundo". La ciudad es conocida sobre todo por sus comunidades musulmanas, cristianas y drusas, que a todas luces han convivido pacíficamente durante siglos. En gran parte, su pueblo apoya al gobierno del presidente sirio Bashar al-Assad.

Este miércoles por la mañana, a medida que los trabajadoras, madres y escolares realizaban su rutina diaria, ocurrieron dos enormes explosiones sin advertencia previa en el corazón de Jaramana. La segunda explosión fue detonada minutos después de la primera, cuando los transeúntes se apresuraban al lugar para ayudar a los heridos. El cálculo atroz de los autores era maximizar la matanza y el sufrimiento.

La guerra terrorista en Siria, que los medios occidentales pregonan como un "levantamiento pro-democrático", tiene por objeto precisamente lo contrario de la convivencia pluralista. Lo que quieren los terroristas es rasgar el alma tolerante del país y hundir a su pueblo en sangrientas luchas intestinas de carácter sectario. La selección de Jaramana es un cálculo deliberado y brutal para precipitar tal baño de sangre. La ciudad ha sido víctima de varios atentados similares, aunque menos mortales, en los últimos meses. El 29 de octubre, un coche bomba mató a 11 personas. No hay instalaciones militares o de seguridad del Estado en Jaramana. Como se ha señalado, es un distrito urbano conocido por su tolerancia hacia las religiones mixtas y el patrimonio cultural. Pero para los terroristas y su diabólica mentalidad, fue precisamente esa virtud cívica la que hizo de Jaramana un objetivo prioritario.

Los militantes armados en Siria son impulsados por extremistas sunitas de tendencias wahabíes o salafistas, los que ven la convivencia pluralista de sunitas, chiítas, alauitas, drusos, cristianos, judíos y no creyentes como un anatema para su demencial ideología puritana. Otros elementos dentro de los grupos militantes armados sirios consisten simplemente en "soldados de fortuna", mercenarios, criminales y oportunistas que no tienen afiliación religiosa particular. Sin embargo, en conjunto, estas diversas facciones militantes están unidas por su objetivo criminal: aplastar a Siria, temerariamente y sin piedad. La sociedad siria tal como existe actualmente, con su énfasis en el pluralismo secular, debe ser destruida a toda costa por estos extremistas y oportunistas criminales. La manera más eficaz para sabotear Siria es desencadenar un baño de sangre sectario y enfrentar a las distintas comunidades entre sí. Esto aseguraría el colapso del gobierno central y la fragmentación de la sociedad en sectas. En este entorno previsto de violencia, miedo y caos, Siria quedaría entonces a merced de aquellos que quieren dominar este país histórico y orgulloso.

“Los enemigos son bien conocidos. Los gobiernos occidentales han apuntado sus cuchillos hacia de Siria desde hace muchos años, viendo como un obstáculo estratégico la resistencia popular contra el imperialismo y el sionismo occidental en Oriente Medio. Los regímenes sunitas de Arabia Saudita, Qatar, Turquía y Egipto bajo Mohamed Morsi, desean ver a Siria dividida y de su lado, con el atractivo añadido de socavar la influencia regional de Irán.”

Los autócratas gobernantes de Arabia Saudita están particularmente obsesionados con derrotar a lo que perciben como una naciente Media Luna Shiíta representada por Irán, Siria y Hezbollah en el Líbano. Ambas agendas convergen en el objetivo de aislar a Irán y prepararlo para un asalto militar en toda la regla.

Siria es, por lo tanto, un premio geopolítico fundamental para Occidente y sus aliados regionales. La supuesta promoción de reformas democráticas por parte de los gobiernos occidentales y sus voceros de los medios corporativos, por supuesto, constituye una cínica cubierta para su agenda imperialista. Esa ridícula mentira, en particular, queda en evidencia ante la connivencia de Occidente con los regímenes dictatoriales más represivos del planeta, las monarquías del Golfo Pérsico, con el objetivo de "liberar" a Siria.

Si Arabia Saudita y Qatar están tan preocupados por el bienestar de sus hermanos musulmanes árabes en Siria, ¿por qué estos monarcas no envían armas y combatientes a ayudar al pueblo palestino sitiado de Gaza? Una medida del valor de Siria como premio es la magnitud de los esfuerzos que están dispuestos a realizar estos países para derrotar a Siria e instalar un régimen similar al de ellos mismos.

“Las masacres de familias y niños en pueblos como Houla y Qubair, la ejecución a sangre fría de civiles obligados a arrodillarse ante sus asesinos y el insensible bombardeo de civiles, tal como se ha visto esta semana en Jaramana, constituyen técnicas terroristas que los gobiernos occidentales y sus aliados han perfeccionado en otros lugares del mundo a lo largo de varias décadas. Los estadounidenses utilizaron tal terrorismo científico en América Central, los franceses en el norte de África y los británicos en el este de África y, más recientemente, en Irlanda del Norte.”

Siria está siendo testigo de la peor de las posibles agresiones criminales: la evolución y fusión del terrorismo de Estado occidental con los petrodólares de los descerebrados déspotas árabes.

Agregando más leña al fuego, muchos de los crímenes cometidos en Siria han sido filmados por sus autores y, posteriormente, hechos públicos alegando que eran la acción de las fuerzas del gobierno. Un incidente así fue la demolición con explosivos de una mezquita en Alepo por parte de los mercenarios, quienes fueron filmados riéndose de su crimen. Los medios occidentales dijeron que había sido obra del ejército nacional sirio; posteriormente se supo que en realidad había sido realizado por miembros del denominado “Ejército Sirio Libre”. Reclamos recientes de que las fuerzas armadas sirias están utilizando bombas de racimo para matar a los niños tuvieron su habitual protagonismo por parte de los medios de comunicación occidentales. Sin embargo, y considerando el historial de los mercenarios apoyados por Occidente, así como también el de la máquina de propaganda occidental, el peso de la sospecha debe caer sobre estos últimos. Pocas horas después de la masacre de inocentes en Jaramana, la Asamblea General de Naciones Unidas en Nueva York adoptó un proyecto de resolución de condena al gobierno sirio por lo que llamó "abusos generalizados de los derechos humanos". La condena fue co-patrocinada por Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Arabia Saudita, Qatar y Turquía; los mismos patrocinadores del terrorismo de Estado occidental que han sumido al pueblo sirio en un baño de sangre. La ONU se erige como una institución que no sólo es una degradada herramienta de propaganda, es una herramienta de propaganda salpicada con la sangre de inocentes.


Hasta la próxima.

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